
El embarazo es un período increíble, una etapa que solo una mujer puede
experimentar hasta el fondo de su ser. Pero esto no significa que todo sea
bello, maravilloso y perfecto, ni que las nubes huelan a rosas, como en los
anuncios de compresas. Ni tampoco terrible, ni horroroso como en una
película de terror.
Las mujeres, desde el inicio experimentamos numerosos cambios, algunos
brutales, otros pueden llegar a pasar desapercibidos… Cambia nuestro
cuerpo: nuestro pelo, nuestro pecho, la piel, las hormonas, las uñas, el
útero, el apetito, la vejiga, el sueño… Todo nuestro interior se mueve,
desplaza o adapta para ir ampliando el espacio donde crece el nuevo ser.
Cambia nuestro estado de ánimo, y no solo debido al cambio hormonal,
sino también derivado de toda la adaptación interna y externa que vamos
a ir haciendo a lo largo de estos meses. Cambia nuestro tiempo, ya que
ahora tendremos citas con la matrona, con la ginecóloga, con la tienda de
puericultura, con internet para averiguar cuál es el mejor carro a motor
ultrasónico y de última generación que querremos adquirir, queremos leer
más libros, hacer algo de ejercicio… Y cambia nuestra casa: necesitaremos
más espacio, y eso supone reordenar, tirar, reorganizar, desamueblar,
pintar, amueblar de nuevo, mover camas, vaciar armarios… incluso a
veces podemos llegar a replantearnos mudarnos ya que las necesidades
familiares de espacio, están a punto de cambiar. Todo esto supone que
seguramente va a cambiar también la economía familiar. Y a nivel
profesional, tanto en cuanto a trabajo como a proyectos personales,
estudios o formación, un embarazo supone algunos reajustes y cambios;
cómo me voy a organizar, conciliar, estudiar la oposición que quería, pedir
reducción, ascender… Cambian los planteamientos sobre la familia, la
paternidad, la crianza; y cambia la relación de pareja, los ritmos, el
tiempo, las necesidades. También cambian las relaciones con los demás:
con la familia, con los amigos, lejanos y cercanos; unos se acercan, otros
se alejan, unos opinan y aconsejan más que otros, algunos visitan, otros
comprenden, los hay que llaman, los hay que te ayudan… Puede haber
cambios en la salud de la madre o del bebé, o cambios en la comodidad y
confort personal como lumbagos, ardor, hinchazón, que puedan requerir
readaptaciones del estilo de vida. Todo esto en más o menos 9 meses.
Leído todo seguido y de golpe, ¿a qué palabra os suena, qué estado os
genera? Essssss…. ¡Trés! ¡Bingo! Sí, estrés, un embarazo se sitúa en el
puesto 14 de 43 acontecimientos vitales estresantes de la famosa “Escala
del estrés” de Holmes y Rahe.
Y he aquí la cuestión que vengo a plantear yo hoy: ¿qué hacer con todo
esto? Mindfulness, ¡mucho mindfulness!
Para empezar, el estrés es la percepción de que hay más demandas del
ambiente que recursos tengo para afrontarlas. Y esta percepción puede
ser completamente errónea. Somos mujeres, fuertes, poderosas, en breve
Madres. Pero no hace falta ponernos místicas empoderadas. Es más
sencillo. Simplemente a veces nos desborda la situación, o percibimos que
no podremos, que no sabremos, que no es posible… y nuestro
pensamiento muchas veces está sesgado, es irracional, o está lleno de
juicios y se ajusta poco a la realidad objetiva. Está como coloreado, en
lugar de transparente.
Mindfulness es la habilidad de prestar atención al momento presente, con
intención, sin juzgar lo que está sucediendo y aceptando la experiencia tal
cual es. Esta es la definición; su traducción al castellano podría ser
atención plena o conciencia plena. Y es algo que todas las personas
sabemos hacer y hacemos. ¿Quién no lo para todo cuando está
paladeando un manjar exquisito y lleva a ello toda su atención, por
ejemplo? Pero esta habilidad se puede entrenar, y potenciar. Y, ¿para
qué? Para vivir el presente, para vivir el ahora, para ser conscientes de la
experiencia del momento actual y dejar de vivir frustradas, angustiadas,
preocupadas por cosas que ya sucedieron o por cosas que quizá han de
suceder o no han de suceder de las que no tenemos ningún control o
poder de predicción.
Mindfulness es la herramienta perfecta para reducir el estrés y fomentar
el bienestar, cultivando esa capacidad de no juzgar lo que está pasando o
lo que no está pasando, y de aceptar lo que no se ajusta a mis
expectativas, a veces tan exigentes, otras veces muy justas y aceptables,
pero que siguen sin coincidir con lo que es y está siendo.
Practicar una vida Mindful tiene grandes consecuencias favorables:
refuerza el sistema inmunitario, apaga el piloto automático y ayuda a
descubrir formas diferentes de enfocar la vida, de vivirla y experimentarla,
aumenta nuestra capacidad de darnos cuenta, y ese darnos cuenta puede
ser el gran motor del cambio, aumenta el bienestar psicológico, hace que
vivamos la vida y mejora significativamente su calidad.
Para una embarazada, practicar Mindfulness de manera regular durante
su embarazo es una opción perfecta para acompañarla todos esos
cambios que van surgiendo a lo largo de esos meses, y una opción
perfecta para ayudarla a comprenderlos y ajustarse a ellos de una manera ecuánime, neutra, sin tintes, sin colorear, sin sufrimiento extra añadido.
Con menos ansiedad, menos estrés, menos frustración, menos
impotencia, menos angustia…. Mindfulness da soporte para afrontar lo
que sucede en cada momento, afrontar estos cambios y las necesidades
de una mujer embarazada de una manera más eficaz, ayuda a reducir las
preocupaciones que los rodean, a cultivar la alegría y el disfrute de este
momento, y la aceptación de todo lo que va surgiendo.
Siendo prácticas, Mindfulness ayuda a manejar la incertidumbre que
muchas sentimos en estos momentos de la vida sobre muchísimas
cuestiones relacionadas con nuestros futuros bebés y nuestros propios futuros. Sirve para manejar el dolor, durante el embarazo, si lo hay, y
también durante el parto y el postparto. Y también sirve para manejar los
sentimientos dolorosos o desagradables, si surgen. Nos devuelve la
conexión entre cuerpo y mente, muy valiosa en los momentos de
gestación. Aumenta la disposición de prestar atención plena a mi bebé y a
mí misma, y también a quienes me rodean. Enseña a escuchar/-le/-me…
escuchar qué necesita, qué necesito, qué necesita mi familia; y esto me
puede llevar a cuidarme, a cuidarles, a parar, a buscar tiempo para pasar
con mi pareja y comunicarme con ella, a descansar cuando mi bebé en la
tripa me lo está indicando, a organizarme desde un punto más consciente,
menos reactivo, más limpio y con mayor control, a aceptar aquello tan
desagradable que está pasándome ahora, y a no revivirlo una y otra vez en
mi mente ni a imaginar lo que dice mi bola de cristal de manera repetitiva.
Reduce el riesgo de sufrir depresión postparto; y en definitiva ayuda a vivir
con más intensidad, más realismo, con más plenitud y más conciencia el
embarazo y nacimiento de tu bebé.
Se puede empezar a practicar en cualquier momento del embarazo,
cuanto más tiempo se practique, más tiempo podrá favorecernos.
Para terminar, os propongo una pequeña y sencilla práctica para conectar
con vosotras mismas y vuestros bebés. Se puede realizar a diario, al
levantarse por la mañana, o en otro momento en el que te puedas dedicar
unos minutos en un espacio tranquilo y a solas. Es una práctica para
conectar con tu respiración de forma consciente. Siéntate cómodamente
con la espalda recta y cerrando los ojos dirige toda tu atención al aire que
entre y sale de tu cuerpo. Permite que tu respiración sea como es, sin
forzarla, sin cambiarla, y solo observa como el aire entra y sale de tus
pulmones. Siente cómo tu cuerpo se llena de oxígeno y vida con cada
inspiración, y cómo se relaja con cada espiración quedando energía limpia
para ti y tu bebé. Si en algún momento te distraes, tu atención se desplaza a tus pensamientos, cuando te des cuenta, vuelve de nuevo a observar tu
respiración, momento a momento, inspirando Vida y espirando Calma y
Energía. El movimiento de entrada y salida de aire en tu cuerpo produce
en tu bebé una especie de efecto mecedora, por lo que cada vez que te
tomas unos minutos para respirar conscientemente, también lo estás
acunando en tu interior. Puedes ahora dirigir tu atención hacia el bebé,
hacia tu vientre, mientras coges aire y sueltas aire, observando el
movimiento que se produce tanto por el efecto de la respiración como los
propios movimientos suyos meciéndose dentro de ti. Para terminar,
conecta de nuevo con tu respiración, puedes hacer tres inspiraciones y
espiraciones profundas, llevando toda tu atención al aire que entra y sale
llenándote de calma y energía, y después abrir lentamente los ojos.
Te animo a vivir plenamente tu embarazo, con todo lo que conlleve,
momento a momento, en tiempo presente, con armonía y aceptación.
Si quisieras más información, organizar un taller o curso, puedes consultar
en mi web: https://www.mosaicocastellon.com/ o contactar
directamente conmigo evamateo@mosaicocastellon.com
Eva Mateo Ciurana
Psicóloga General Sanitaria
Instructora de Mindfulness
En Mosaico realizamos cursos prácticos de Mindfulness dos o tres veces al
año en distintos formatos u opciones. También hacemos cursos o talleres
más específicos a medida y a demanda como, por ejemplo, Mindfulness
para embarazadas.