Nacimiento

Entendiendo el dolor del parto

¿Qué sabemos del dolor del parto?

En una sociedad donde el dolor está unido a una emoción negativa que hay que evitar y el epicentro de asistencia al parto es cómo aliviarlo, se nos pasan por alto muchos detalles que nos ayudarían a comprenderlo.

Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el dolor es «una sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior»; una segunda definición del término es la de «sentimiento de pena y congoja».

Desde que nacemos se nos enseña a eliminarlo y en ocasiones incluso a no expresarlo. No es de extrañar que además nos cueste aceptarlo. A medida que crecemos nos vamos familiarizando con toda una serie de fármacos y remedios para eliminar cualquiera de esas sensaciones que aparecen en nuestro organismo, casi nunca sin preguntarnos porque están ahí. ¿Porqué tenemos dolor?, ¿qué consecuencias tendría en nuestro cuerpo si no existiera esta sensación?

El dolor de parto es una experiencia sensitivo-perceptual y emocional única, que se activa como respuesta fisiológica a un estímulo orgánico producido por las contracciones uterinas y la expulsión del feto y la placenta.

La percepción del dolor varía mucho de unas mujeres a otras, desde las que no perciben ningún dolor hasta las que perciben el mayor dolor de su vida.

Este dolor está influido por diversos factores internos como las experiencias dolorosas previas, los antecedentes obstétricos, el modo personal de vivir la propia sexualidad y de entender el parto, el grado de temor o el nivel de ansiedad que se asocian al parto, la voluntad de la mujer de implicarse activamente en el proceso y sus expectativas.

Otro punto a tener en cuenta es que, en el momento de nuestra vida que empieza a crecer un nuevo ser en nuestro vientre, un sentimiento lo hace al mismo compás: el miedo… miedo a lo desconocido, miedo a las complicaciones y, como no, miedo al dolor de parto.

La palabra miedo proviene del término latín “metus”. Se trata de una alteración del ánimo que produce angustia ante un peligro o eventual perjuicio, ya sea producto de la imaginación o propio de la realidad. Esta emoción sin embargo también funciona como un método de supervivencia, ya que pone alerta a las personas y los animales frente a una amenaza.

De esta manera, el miedo es el que lleva las mujeres embarazadas a leer sobre el parto, a investigar, empiezan acudir a clases, a realizar técnicas de relajación, en definitiva, lo que llamamos preparación al parto. Pero no siempre se expresa así, algunas personas cuando tiene miedo no responden de la misma manera, el miedo puede paralizar y hacer que no encontremos respuesta.

Es curioso pensar que dos sensaciones negativas se unen en un momento clave de nuestra existencia para ayudarnos en una experiencia única como es el nacimiento de un hijo. Aunque nos cueste aceptarlo, como a la mayoría de las emociones negativas que tenemos, éstas son necesarias para alcanzar el equilibrio físico y mental.

En este momento de la vida de las gestantes, el miedo y el dolor podemos decir que son necesarios para lograr la perfección del proceso fisiológico llamado parto.

Las organizaciones científicas nacionales e internacionales reconocen que el parto fisiológico sin intervenciones tiene importantes beneficios para la salud física y mental de la madre, para el bebé y para el vínculo entre ambos.

El dolor del parto no es un rival, es una especie de herramienta que nos habla, nos muestra y nos reconduce en el proceso, podemos escucharlo más alto o bajito, lo importante es reconocerlo y saber escucharlo. Es el guía que nos va a indicar el camino y al igual que el miedo, su intervención es necesaria.